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sábado, 30 de agosto de 2014

Sentirte solo una vez


—Bésame  —susurró cerca de sus labios —. Quiero sentirte, necesito pensar que eres  mío, aunque sólo sea por primera y última vez. 

Finalmente, las palabras retenidas tanto tiempo en su interior, brotaron de su garganta. Ya no había marcha atrás. En el reflejo de sus ojos podía ver la lucha que se debatía dentro de él, algo de asombro por escucharle decir aquello y algo más que no sabía definir. Dafne siempre logró disimular sus sentimientos. 
Nunca se atrevió a decirle lo que sentía. Las interminables noches imaginando sus besos, fantaseando con sus caricias y ahora le tenía tan cerca, apenas separados por milímetros. Podía sentir su dulce y cálido aliento sobre sus labios.

—Nunca pensé que… ¿por qué nunca me lo dijiste?
—Debía haberlo hecho —confesó Dafne apartándose un poco de él.
—Sí, me hubiera gustado saberlo. ¿Por qué ahora?


Dafne percibió algo de rabia en su voz, aunque no entendía el motivo. Siempre se trataron como buenos amigos y compañeros y ahora estaba allí, delante de él, suplicando por un beso. Se había lanzado al abismo, pero ya no le importaba. Era el último día que pasarían juntos. Cuando él dijo que se iba al extranjero, un vacío se abrió en su interior, se había conformado con su amistad, con su cercanía pero ya ni siquiera eso le quedaría. Se iba demasiado lejos y para siempre. Se sentía como una tonta por no haberle dicho nada, por no haber aprovechado todo ese tiempo juntos. Lo que antes veía complicado, ahora lo veía como algo nimio y absurdo.

—Te vas… —volvió a juntarse más a él. —Y no quiero seguir imaginando como serán tus besos, tus caricias… Hazlo Derek.
Miró hacia su propia mano, apoyada en el fibroso pecho masculino, subía y bajaba al ritmo de su respiración, cada vez más agitada.
—Joder… —blasfemó, a la vez que la cogía del cuello y la acercaba hacia su boca.

El contacto con sus labios era increíble, apenas podía creer que estuviera ocurriendo. Estaba siendo intenso, tanto como lo era él, picante y delicioso. Después de probarle, de saborearle, tenía una sensación agridulce, ya que sabía que nunca volvería a sentirle de nuevo… Sus manos bajaron por la camisa, quería deshacerse de ella, no iba a parar ahora, quería todo de él. Los labios entrelazados y cada vez más ardientes, se decían todo lo que habían callado durante tanto tiempo.

Dafne logró desabrocharle todos los botones, mientras que él le acercaba más hacia su cuerpo. ¿Acaso ya no hacían faltan palabras? La barrera física que les separaba se estaba derrumbando poco a poco, dejando ver la necesidad que sentían el uno por el otro.

Sorprendida por el deseo que él parecía sentir por ella, siguió deslizando  sus dedos hacía el pantalón de Derek, pero de pronto él la paró,  la agarró de la muñeca y se apartó.

Jadeando,  clavo sus ojos en ella. Por un momento pensó que pararía, pero estaba equivocada…

—Desnúdate —le ordenó Derek.

Sintió un escalofrío desde la cabeza a los pies, su cuerpo se anticipaba a lo que estaba apunto de ocurrir. Por fin, sería suyo, aunque sólo fueran unas horas, un día, un breve momento…

Despacio se fue quitando la ropa, sintiendo la turbia mirada de deseo que él le regalaba. Al fin, se encontraban desnudos, uno frente al otro. Ella le cogió del cuello y le arrebató un beso, ya no solo era intenso, era pasional, lujurioso. Sentía sus manos por toda su anatomía. El fuerte y atractivo cuerpo de Derek contra el suyo, era una combinación perfecta, mucho mejor que en sus sueños.

—¿Por qué Dafne, por qué nunca me lo dijiste? —preguntó sin parar de abrazarla, tocarla.
—No hables, ya no importa.
—¿¡No te das cuenta!? —se separó de ella —. Esto es lo que he querido hacer durante todo este tiempo, pero nunca me diste una señal, nada.

Ella le miró sin saber que decir, no quería hablar de ello, ya no importaba, tenían ese instante y no quería pensar en el dolor que sentiría después. Derek le devoraba con los ojos, el deseo se reflejaba en ellos, oscuros y profundos.  Él pareció intuir lo que estaba pensando, se acercó más hacia ella e hizo que se girase contra él.

—He deseado acariciar estos deliciosos pechos tantos días y tantas noches… —le dijo sintiendo como golpeaba su rápida respiración contra su nuca.

Fue deslizando los dedos por los tensos y excitados pezones, mientras con la otra mano bajaba más allá de su vientre. Dafne gimió excitada.

—He deseado besar y lamer todas las partes de tu cuerpo —su voz era baja y  áspera.

Los gruesos dedos se abrieron camino entre sus piernas, ella presionó su trasero contra la excitación que le empujaba desde atrás. Le besó el cuello, haciendo que Dafne sintiera un ramalazo de calor bajo su vientre, la humedad se iba haciendo latente entre sus muslos.

—Voy a lamer cada parte de tu cuerpo, no podrás olvidar esta noche, no dejaré que me olvides. —excitado, acarició con más intensidad la suavidad que ella le ofrecía.
Dafne sintió que una mezcla de deseo y dolor se apoderaba de ella. Por supuesto que no podría olvidarle y aunque por un momento creyó que esto le ayudaría, estaba empezando a ser más duro de lo que nunca imaginó. Ya no podría borrar el recuerdo de su toque, el agradable y  familiar olor que desprendía y le volvía loca.

—¿Qué quieres Dafne? Pídemelo. —le exigió.

Había tantas cosas que le pediría en esos momentos, pero solo una era la que no se atrevería a pronunciar sus labios. Él metió los dedos en su vagina, haciendo que su cuerpo temblara, se estaba quemando por dentro. Ya no aguantaba más, demasiado tiempo deseándole. Se dio la vuelta y mirándole a los ojos, le confesó:

—Quiero que estés dentro de mí… Ahora.

La levantó sin apenas esfuerzo, ella le rodeó la cintura con sus piernas, Derek  sin parar de mirarle a los ojos, la penetró poco a poco, dulce y suavemente. Notaba como acogía la gruesa erección, haciendo que se abriera lentamente y la rompiera por dentro con millones de sensaciones distintas. Se estaba quebrando, sentía que una enorme conexión nacía entre ellos. Su mirada le decía tanto…

—Pídemelo Dafne, ¿Qué quieres? —volvió a insistir entre jadeos y pequeñas embestidas, entrando y saliendo suavemente.

Acaso él la estaba pidiendo…No, no podía ser, era imposible. No se lo diría. Nunca.
—¿Te conformarás con esto? ¿Será lo único que te llevarás de mí? —le retó—. ¡Dilo!

Una lágrima cayó de los femeninos ojos, el placer y la agonía se mezclaban como un huracán dentro de ella. Selló su boca con un beso y sintió como el clímax se aproximaba, todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo, se estaban preparando.

—¡Pídemelo! —insistió.
—¡¡Quédate!! —gritó a la vez que el placer le golpeaba de forma dura e intensa, al mismo tiempo  que sentía como el deseo de Derek se diluía dentro de ella.

Con la respiración agitada, sudorosos y exhaustos, clavó sus ojos en ella, una lenta y suave sonrisa se dibujó en el masculino rostro.

—Ahora ya no te podrás librar de mí. Por fin has confesado.
—¿Cómo? —preguntó Dafne confundida.

Derek le acarició la espalda tiernamente y dándole un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja, le susurró:

—Dafne… Nunca he pretendido irme a ningún sitio…



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6 comentarios:

  1. Jessica, esta historia deberías escribirla completa... me gusta mucho el relato, pero te quedas con ganas de más.

    Besos

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  2. Jajaja Eli, al final todas mis novelas van a ser de relatos que he publicado. En Wattpad también hay gente que me lo ha pedido. Quizá algún día ;-)

    Gracias guapa, besos!

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  3. me mato tu relato muy bien jugado por parte de Derek quedia Jessi tienes que escribir mas hacerca de esta historia tiene potencial.... besos

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    1. Jajaja, no creo que escirba más sobre este relato, pero me alegro que te haya gustado. Un besote enorme guapi

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  4. Un placer poder leer este relato en una tarde fría de invierno! ❄

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    Respuestas
    1. Ayy Eugenia, que iluisón que hayas leído algo mío. Espero que te haya gustado. Muchas gracias guapa :-)

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